Una de las lecciones que aprendí en Mérida, Yucatán es que no quedar enamorado es ¡imposible! Sus calles tranquilas, la arquitectura luminosa y la gastronomía son para no quererse ir jamás. Aquí te presento seis lecciones que aprendimos al conocer y vivir brevemente en esta hermosa ciudad.
Lecciones que aprendí en Mérida, Yucatán
1. La cultura maya no es sólo Cancún o Tulum
Quizá lo más importante de las lecciones que aprendí en Mérida es que la cultura maya la asociamos con playa, sol y pirámides, pero no hay que olvidar que Yucatán también es parte de ese territorio y su cultura sigue presente en la ciudad, sus calles, su comida y sus habitantes.
En una de las avenidas principales se encuentra el Monumento a la Patria, una impactante estructura que cuenta la historia de México; fue erigida por el escultor Romulo Rozo y sus detalles son referentes a Yucatán: un chacmol, el escudo de la ciudad y una choza maya, entre otros detalles.
2. La arquitectura es fascinante
El estilo colonial es algo que resalta con gran evidencia. Por algo le llaman la ciudad blanca. Las enormes casonas de tipo español del siglo XVI aún predominan, sobre todo en el célebre Paseo Montejo.
La Catedral de Mérida y algunos otros edificios del centro histórico son evidencia del pasado y presente de la capital yucateca. Su mezcla con lo prehispánico y no moderno te dejará con la boca abierta.

3. Su ubicación es perfecta para los viajeros
Mérida, Yucatán tiene una ubicación privilegiada. Aunque en la ciudad no hay playa, a sólo 30 minutos estarás en Puerto Progreso; en una hora y media llegarás a Chichén Itzá, y para donde quiera que vayas hay pueblos, ciudades, carreteras o monumentos de gran importancia.
Su crecimiento acelerado y constante mantenimiento hacen de este lugar algo único que debes visitar. No tan agitado como las grandes ciudades y tampoco tan pacífico como un pueblo pequeño: una de las grandes lecciones que aprendí en Mérida.

4. Los cenotes son más impresionantes de lo que piensas
En mis treinta y tantos años nunca he visto otra maravilla semejante como los cenotes. Al sumergirte en ellos te das cuenta de lo poco que somos comparado con las fuerzas de la naturaleza. Confieso que sentí un poco de claustrofobia, pero quedé fascinada.
En territorio yucateco existen más de 2,500 de ellos y todos son diferentes, con distinta profundidad, tamaño y nivel de asombro, ¡no pierdas la oportunidad y adéntrate en la aventura!
5. Los museos y parques son hermosos
Estamos acostumbrados a entrar a los museos para conocer más sobre nuestros antepasados, pero en Mérida tienen un encanto especial. Incluso si visitas un parque o el zoológico de la ciudad, el ambiente es distinto y te sentirás más a gusto que de costumbre.
Quizá sea el clima, la gente o las nubes, pero sentirás que estás en otro lugar, muy cercano al paraíso. A pesar del intenso calor, no querrás perderte ningún detalle de lo que te rodea, esa es una de las lecciones que aprendí en Mérida que nos llevamos en el corazón.
6. La cultura y costumbres son sorprendentes
Muchos pueden decir que los yucatecos son muy directos o poco amigables, pero nosotros vivimos casi un año en Mérida y puedo decir que no es verdad. Sí son más reservados que los defeños, por ejemplo, pero te brindan su amistad a manos llenas.
Además, la península, al pensar que está alejada de todo lo demás, en realidad nos da una importante lección: son más limpios, civilizados, amables y respetuosos que en otros sitios supuestamente más desarrollados.

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